Reporte 2024:
Una transición energética justa debe asegurar beneficios y al mismo tiempo mitigar los impactos adversos para todas y todos. En este contexto, este informe establece las bases para el desarrollo de una hoja de ruta que promueva la implementación rápida de una transición energética justa desde una perspectiva fiscal, favoreciendo especialmente a las poblaciones más vulnerables.
La energía es la habilidad de hacer trabajo. La energía está presente en prácticamente todas las actividades humanas: desde las más cotidianas como la cocina, el transporte y el alumbrado de hogares y oficinas, hasta otras más complejas como la manufactura de productos y el envío de astronautas al espacio.
El acceso a servicios energéticos confiables y asequibles es fundamental para satisfacer necesidades sociales básicas, impulsar el crecimiento económico y fomentar el desarrollo humano.
Para expresar energía, la medida básica del sistema internacional de unidades es el julio o joule. Algunos ejemplos que aportan alguna idea de la cantidad de energía que representa un julio son:
Las unidades para expresar la energía de este micrositio están en petajoules. Un petajoule equivale a mil billones de julios, es decir, el número mil elevado a la quinta potencia.
El consumo nacional de energía ha experimentado un aumento desde 2015. Sin embargo, esta tendencia se vio abruptamente interrumpida debido a la pandemia de COVID-19, que provocó un reducción en la actividad económica y, por ende, en el consumo energético. Una vez superada la fase más crítica de la pandemia, el consumo de energía no solo se recuperó, sino que registró un incremento que supero los niveles previos. El incremento de energía de 2019 a 2022 fue de 33.9% .
Cuatro sectores son consumidores de energía final: el sector transporte, el sector industrial, el sector residencial y comercial, y el sector agropecuario.
En 2022 el consumo energético de este sector representó 50.1% del consumo de final de energía.
El sector industrial es el segundo mayor consumidor con 27.7% de la demanda energética final en 2022
El sector residencial consumió el 18.6% de la energía final en 2022.
Por último, el sector agropecuario consumió el 3.5% de la energía final en 2022
La energía primaria se refiere a toda clase de energía disponible en la naturaleza. Algunos ejemplos son el petróleo crudo, el gas natural, el carbón y el viento.
La mayor parte de la energía primaria producida en México la constituyen el petróleo crudo y el gas natural. En 2022, estos representaron 51% y 23% de la producción de energía primaria total, respectivamente.
La producción de energía primara ha disminuido de manera importante en los últimos años: la producción petrolera en 2022 fue 32% inferior con respecto a 2014, mientras que, en 2019, la producción de gas natural fue 20% inferior con respecto al mismo año.
En total, la producción de energía primaria en 2022 fue 16% inferior con respecto a 2014.
La energía secundaria es aquella que proviene de un proceso de transformación de energía primaria. Su destino son los diversos sectores de consumo y/u otros centros de transformación.
Los principales productos energéticos secundarios que se producen en México son la electricidad, el gas natural comercial y las gasolinas junto con el diésel.
La producción de gasolinas y diésel en 2022 disminuyó un 34% en comparación con 2014, mientras que la producción de gas natural comercial se redujo en un 43% respecto al mismo año.
En total, la producción de energía secundaria en 2022 fue 56.4% inferior con respecto a 2014.
La disminución de la producción de energía nacional ha implicado que el país dependa de importaciones para satisfacer su demanda interna. Esta situación se refleja en el concepto de autosuficiencia energética.
La autosuficiencia energética se mide mediante el índice de independencia energética. Si el índice es menor a uno, se considera que el país se encuentra en una situación de dependencia energética.
En 2022, el índice de autosuficiencia energética primaria fue de 1.2, lo que significa que la oferta de los energéticos primarios fue superior a su demanda. Por su parte, el índice de autosuficiencia energética secundaria fue de 0.4, lo que indica la necesidad de importar energéticos para satisfacer
De 2014 a 2022, las importaciones energéticas han crecido 69%. Los energéticos que más se importan son las gasolinas, el diésel y el gas natural comercial. En 2022, estos productos representaron el 72% de las importaciones totales.
Las exportaciones están compuestas en su mayoría por petróleo crudo. En 2022, el petróleo representó 83% de las exportaciones totales. En total, las exportaciones en 2022 fueron 14% inferiores con respecto a las del año 2014.
Los ingresos públicos del sector energético están compuestos por los ingresos petroleros y los ingresos propios de la CFE. A su vez, los ingresos petroleros están compuestos por los ingresos propios de Pemex y por las transferencias realizadas del Fondo Mexicano del Petróleo.
De 1990 a 2023, los ingresos energéticos han representado, en promedio, el 34.4% de los ingresos totales del sector público. Pemex participa con el 26.5% y la CFE con 7.9%. .
Los principales ejecutores del gasto público en el sector energético son Pemex, la CFE y la SENER, donde LitioMx figura como un organismo público descentralizado.
En términos reales, el gasto hacia el sector presentó una tendencia al alza hasta el año 2016, donde alcanzó su máximo. De 2017 a 2020, el promedio de gasto público dirigido al sector fue 23% menor con respecto al monto promedio del periodo 2010-2016.
Una transición energética justa debe reconocer y abordar las cinco formas de justicia: distributiva, procesal, reconocimiento, restaurativa y cosmopolita.
El desarrollo de energías limpias es una oportunidad para incrementar el empleo femenino. En México, se estima que la transición hacia energías limpias podría generar 30,125 nuevos empleos para mujeres.
Los pasivos pensionarios de Pemex y CFE: un reto para la sostenibilidad fiscal en el marco de una transición energética.
Invertir en la formación de áreas estratégicas, garantizará que fuerza laboral suficiente y especializada, para diseñar, implementar y mantener sistemas de energía limpio.
Transitar al uso de energías limpias no solo mejora el acceso a la energía, sino que también contribuye a la disminuir la pobreza energética y aumentar el desarrollo de los hogares más vulnerables